Porque cada adopción es un viaje que transforma vidas, este mes te traemos la historia de Sumaya y Gurí. Una historia que traspasó provincias, atravesó el mar… y acabó en un hogar donde el amor no entiende de distancias ni de prejuicios.
¿Quieres conocerla? ¡Sigue leyendo!
Capítulo 1: Un post, una conexión
Todo comenzó con una publicación en redes sociales. Gurí, entonces llamado Josemi, había sido rescatado en Almería en unas condiciones desgarradoras: abandonado, hambriento y cubierto en aceite de motor. La protectora que lo difundía no sabía que, al otro lado del mar, en Lanzarote, alguien iba a enamorarse de él con tan solo una foto.
Sumaya, al ver su historia, sintió algo difícil de explicar. “Fue una llamada interna”, recuerda. Y así empezó su decisión de cambiarle la vida a este pequeño felino.
Capítulo 2: Una llamada que cruza mares
Sumaya contactó con la protectora y, tras varios correos e intercambios telefónicos, llegó la noticia: Había sido elegida como adoptante a pesar de la distancia.
Pero aún quedaba un reto logístico importante: ¿Cómo hacer llegar a Gurí desde la península hasta las Islas Canarias?
Capítulo 3: Un viaje con destino al amor
Durante casi dos meses de espera, Gurí fue acogido por una familia en Sevilla, donde recibió cuidados, mimos y todo el cariño posible. Sus tutores de acogida sabían que estaban ayudando a escribir un final feliz.
Finalmente, emprendieron un viaje en coche para entregarlo en persona a Sumaya, y asegurarse de que todo iba bien en el embarque hacia su nueva vida.
Gurí, tranquilo durante todo el trayecto, amasaba su manta como quien sabe que algo bueno está por llegar.
Capítulo 4: Un hogar sin prejuicios
Lo que Sumaya no sabía cuando se interesó por Gurí es que él era positivo en Inmunodeficiencia Felina (FIV), una condición que, por desgracia, a menudo retrasa o impide las adopciones por falta de información o miedo.
Pero para ella no fue un freno, al contrario:
“Pensé que no lo tendría fácil para salir adoptado por los prejuicios, así que decidí que conmigo tendría un hogar para siempre y que le acompañaríamos en lo que fuera que deparara su vida”.
Capítulo 5: Janet, su compañera de piso
En casa ya vivía Janet, una gata de 11 años que, como Gurí, también fue rescatada de la calle. Janet había decidido adoptar a Sumaya hace años, colándose en su portal y subiendo hasta el tercer piso por voluntad propia.
Janet es miedosa y algo territorial, y aunque Sumaya soñaba con una bonita amistad felina entre ambos, la realidad fue más lenta.
“Le he hecho una faena a Janet”, nos confiesa con humor. “Pero de vez en cuando duermen juntos… y eso ya es un gran avance”.
Capítulo 6: Compartir cama, compartir vida
Hoy, Gurí, Janet y Sumaya comparten espacio, camas y momentos. Aunque la convivencia no es perfecta, el equilibrio va encontrando su forma.
Las noches en las que los tres duermen juntos son prueba de que el respeto también es una forma de amor. Gurí ha encontrado su lugar, y Janet sigue teniendo el suyo.
Capítulo 7: Una vida con propósito
Sumaya no solo adoptó un gato. Adoptó una historia, un reto, una promesa.
Hoy, Gurí no es “el gato con FIV”, ni “el que fue abandonado”. Hoy es el compañero de vida de una persona que apostó por él sin condiciones.
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