Yo, yo mismo y una Pandemia: Semana 8

Siempre envidié la vida del humano… hasta que el humano envidió la vida de las mascotas.

Día 51

¡Por fin ha llegado el día que todos esperábamos! Mateo vuelve a parecer un humano normal y no una oveja trasquilada. Ayer abrieron las peluquerías y, ¿adivináis quién estaba esperando el primero en la puerta antes de que abrieran? Pues obviamente, nuestro Mateo.

La cosa se puso interesante cuando Sonia cogió la maquinilla por primera vez en su vida, y se puso al lío. Después de un rato de tensión entre ellos… ¡TACHÁN! Ahí está la magia hecha.

Entre el corte de pelo y que lleva varios días saliendo a correr, tiene mejor aspecto la verdad… Ahora va pareciendo una persona humana por fin, y no un señor de Cuenca que se ha cortado el pelo con un serrucho. Le he ladrado unas cuantas veces dejando caer que yo también necesito un buen corte de pelo. Espero que me haya entendido y me lleven pronto a Mimo.

Rambo kiwoko

Día 52

Esto va volviendo poco a poco a la normalidad. He podido volver a ver a Patri y Mateo me ha vuelto a llevar a Kiwoko. ¡Se me hizo el culo Pepsi-Cola! Qué momento el volver a entrar a la tienda y poder ver aquello. ¡Es como un parque de atracciones para mascotas!

Con todo esto, otra buena noticia es, que el barrio cada vez se parece menos a “The Walking Dead”. Las tiendas han vuelto a levantar la persiana, vuelve a lucir el sol, los niños juegan en las calles y se respira más alegría. ¿Es esto la nueva normalidad de la que hablan en la tele?.

Día 54

¡PEPO NO ESTÁ EN LA FASE 0, ESTÁ EN LA FASE 50!

Me dice hoy por la mañana que quiere hacer un trato conmigo. Si le ayudaba a salir de casa durante unas horas, me daría el mejor pienso que haya imaginado…

Al principio dudé, pero dije… ¡Qué más da! Es normal que necesite evadirse de Mateo cuando toca la flauta (una de las nuevas y fascinantes decisiones de sus semanas de confinamiento). Por lo que, sin que Sonia se diera cuenta, lo bajé en mi paseo matutino metido en una bolsa de congelados con agua. ‘’¡No me hables tío! ¡Sigue andando recto!’’ me decía mientras Sonia se paraba a hablar con una vecina de aspecto senil. ‘Vale, bien, y ahora gira a la derecha y sigue de frente’’. En ese momento me di cuenta de que estábamos delante del estanque del parque, y que este pez era un rebelde de verdad (no como cuando Mateo puso una reseña de 1 estrella a un restaurante y estaba más hinchado de orgullo que un palomo).

‘’Gracias Rambo, pero necesito ahora que vigiles que no venga nadie y en un rato vuelvo’’. Seguidamente saltó dentro del estanque y vi cómo nadaba hacia el fondo, entonces empezó a saludar a otros peces enormes, sonaba música, y empezaron a intercambiarse insectos y larvas, y a hincharse a trozos de pan. Cuando ví que Pepo estaba más hinchado que un sapo, le empecé a ladrar porque Sonia ya se iba, así que me metí a por él y lo saqué corriendo.

Ya en casa, en su acuario, le ladré “¡Me debes una! ¡Te llego a dejar ahí un segundo más y no regresas! ¡Ni se te ocurra volver a hacer eso!” A lo que él me contestó de manera inteligible: ‘’Rambitooooooooooooog hegggrmano, ¡cómo me cuidas!... qué suave eres... ¿¿¿Cómo tienes ese pelaje tan suave????’’. Mientras, me miraba con la cara morada y entre palabra y palabra le daba hipo sin parar.

Entonces até cabos, se había pasado con las larvas y tenía una melopea de cuidado. En fin, lo que hay que hacer para saborear un poco de pienso diferente... Pero el caso es que está taaaan rico... ¿Cómo se llamaba? ¡Ah! ¡Sí! Está aquí ¡NATH!

Rambo kiwoko

Continuará...

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