Duquesito es blanco, gordito y bueno. No sabe sacar las uñas porque ni se le pasa por la cabeza la idea de utilizarlas para algo diferente a desperezarse en el rascador. Le gusta dormir boca arriba en la ventana y que le hagan mimos en la barriga. También entrecierra los ojos cuando le acaricias la cabeza, ronroneandose del gusto, y tampoco le dice que no a una latita rica de diario. Le abandonaron el verano pasado en el aparcamiento de un Mercadona y se mudó al descampado de enfrente, por puro instinto. Allí sobrevivió entre padeceres hasta enero, cuando estuvo enfermo y herido. Ya no le quedaba más tiempo. Le puso ganas y, aunque fueron semanas difíciles, le ganó el pulso a la vida. Luego le operaron uno de sus preciosos ojitos verdes por un entropión que le hacía la faena y ahora...ahora ya está. Ya pasó. Ahora está sano, fuerte y preparado física y emocionalmente para convertirse en alguien importante para una familia responsable que le elija sobre todos los gatitos del mundo y decida que le querrán para siempre. Duque tiene un par de años, convive fenomenal con perros y gatos, es un gatino aficionado a la tranquilidad, pausado, amable, con la dosis justa de curiosidad y pasado de rosca de amor del bueno. Está en Sevilla y puede viajar a otras provincias.