A Álamo le abandonaron hace un año en un evento en el que se promocionaba la adopción. Llegaron dos tipos con una historia que nadie creyó y un perrete muy asustado al final de una cadena. Ese perrito ha cambiado TANTO que, si no hubiera vivido el proceso con él, me costaría reconocerlo. Y es que todo ese miedo escondía una preciosa sonrisa llena de luz con la que es capaz de alegrar cualquier mal día. Álamo tiene dos años, es un perrito de tamaño pequeño-mediano y unos 14 kilos aproximados, divertido, prudente, simpático, sociable, cariñoso, obediente, noble y bueno. No tiene ninguna raza como apellido pomposo pero es que, con esa cara, tampoco la necesita. No va a recibir muchas peticiones de adopción pero es que sólo nos hace falta una.