Mango, junto con Zuri, fue un rescate rebote mientras buscábamos a Ginger. Le había visto un día un par de semanas atrás pero fue imposible acercarse. Al buscar a Ginger pasamos por el mismo punto y decidí pasar a ver si volvía a verle. Allí estaba, agazapado entre bolsas de basura y una oveja muerta. Me acerqué a él muy poco a poco haciendo la culebrilla por el asfalto, y esta vez sí que se rindió a una nueva oportunidad. Así es como llegó a nosotros el pequeño Mango, que aún meses después sigue siendo reservado y no confía mucho en los humanos. Necesita un hogar donde le den la confianza que necesita para romper el bloqueo que tiene con las personas. Seguro que en cuanto se suelte mostrará su verdadero ser. Se lleva bien con todos los perros aunque es bastante independiente, como buen podenco le gusta olfatear siguiendo rastros a su aire por el refugio.  Si te planteas adoptar o acoger un perrito de nuestro refugio, Mango es de los que más lo necesitan.