Cuando hablamos de adopción, no solo hablamos de cambiar la vida de un animal, sino también de transformar la nuestra. Y si no, que se lo digan a Elizabeth, quien tras lograr cumplir un sueño muy personal, sintió que aún le faltaba algo…
¿Quieres conocer su historia? ¡Sigue leyendo!
Capítulo 1: Un nuevo hogar… con demasiado silencio
Después de años de esfuerzo, Elizabeth pudo por fin comprarse su propia casa. Ya no compartía alquiler ni tenía que dividir gastos. Lo había conseguido.
Pero cuando por fin se mudó, el eco de las paredes vacías le hizo darse cuenta de algo: El hogar estaba completo… pero le faltaba vida. Su hijo y su nieta la visitaban de vez en cuando, pero ella deseaba una compañía más constante. Alguien que le hiciera compañía cada día.
Capítulo 2: Una decisión meditada
Tener un perro no era una opción. Elizabeth sabía que necesitaba una compañía que no requiriera grandes esfuerzos físicos. Fue entonces cuando pensó: “¿Y si adopto un gato?”
Así empezó su búsqueda. No buscaba cualquier gato. Quería sentir una conexión, un flechazo. Y fue navegando por la web de KiwokoAdopta cuando la encontró. Una pequeña gata de mirada dulce que parecía un bebé… pero no lo era.
Capítulo 3: Amor a primera vista… en versión mini
Tara llevaba 10 meses esperando una familia. La habían encontrado en un parking y desde entonces estaba bajo el cuidado de una protectora. Al ver su foto, Elizabeth pensó que se trataba de una cría, pero al contactar con la protectora le dieron una sorpresa: Tara tenía 8 años. Su pequeño tamaño se debía a un leve caso de enanismo.
¿Y sabes qué? Eso la hizo aún más especial para Elizabeth. “Me enamoré de ella en cuanto supe su historia”, nos cuenta. Empezó a preparar su casa para su llegada y, tras varias visitas y trámites, Tara al fin llegó a su nuevo hogar.

Capítulo 4: Una casa, un corazón, una gata
Desde el primer día, Tara encontró su sitio. Pasea por la casa como si siempre hubiera estado allí, se tumba en los lugares más soleados y ha hecho de la butaca del salón su trono personal.
Elizabeth nos cuenta con ternura:
“Quería compañía en casa. Ahora estaba en un sitio propio pero lo veía muy grande y no tenía con quién compartirlo. Un perro sería muy demandante para mí, pero un gato era perfecto. Y Tara ha sido mi compañera ideal”.

Capítulo 5: Visitas, ladridos… y una idea en mente
Aunque Tara es la reina indiscutible de la casa, no siempre está sola. De vez en cuando, el hijo de Elizabeth viene de visita acompañado de su perrita, y ¡Sorpresa! Se lleva genial con Tara.
Esto ha hecho que Elizabeth se plantee ampliar la familia felina.
“He estado pensando quizás en adoptar otra gata, para que se hagan compañía cuando yo no esté. Pero por ahora, seguimos solo las dos”.
Capítulo final: Un hogar lleno de paz (y ronroneos)
Hoy, Elizabeth y Tara comparten algo más que una casa. Comparten rutinas, silencios llenos de paz, y momentos en los que el ronroneo de Tara llena cada rincón. Lo que comenzó como un gesto de compañía se ha convertido en una conexión profunda entre dos almas que se necesitaban.

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Porque cada historia de adopción, deja huella. ❤️
En Kiwoko unimos fuerzas con asociaciones y protectoras para fomentar la adopción y acabar con el abandono. Si quieres beneficiarte de la mejor compañía y hacer crecer la familia, pásate por nuestra plataforma Kiwoko Adopta ¡Y no te pierdas antes nuestro post "Todo lo que debes de saber antes de adoptar!
