Mi perro no quiere pasear, ¿qué hago?

Salir a pasear con nuestro perro debería ser uno de los momentos más felices del día. Ese ratito en el que desconectamos, respiramos aire fresco y compartimos tiempo de calidad. Pero… ¿Y si llega el momento del paseo y tu perro simplemente no quiere salir?

Si te ha pasado esto, que sepas que es algo normal. Cada día, muchos tutores se enfrentan a esta situación: su perro no quiere pasear. Y aunque puede ser frustrante (¡Sobre todo si tienes prisa o hace mal tiempo!), detrás de este comportamiento hay mucho más de lo que parece.

Por eso, en este artículo te vamos a acompañar paso a paso para entender qué le puede estar pasando a tu peludo, cómo ayudarle y, sobre todo, cómo recuperar la alegría de esos paseos que tanto os unen.

¡Vamos allá!

¿Es normal que un perro no quiera pasear?

En teoría, los perros aman salir. Exploran, huelen, se relacionan... Para ellos, la calle es como un parque de atracciones olfativo. Entonces, cuando tu perro no quiere pasear, indica que hay algo no está bien. Pero no te preocupes: Es más común de lo que imaginas, y en la mayoría de los casos tiene solución.

Cuando un peludo se niega a pasear, no lo hace por fastidiar. Lo hace porque algo dentro de él le dice que no es buena idea. Puede ser miedo, dolor, ansiedad… o incluso un mal recuerdo.

Causas por las que un perro no quiere caminar

Como ya hemos mencionado, hay muchos motivos por los que un perro no quiere pasear, y estos son principalmente físicos o psicológicos: 

Causas físicas

Una de las primeras cosas que deberías descartar es que haya algún problema de salud. Igual que tú no saldrías a caminar con un esguince o con fiebre, tu perro tampoco lo haría si le duele algo.

Causa físicaCómo detectarlo
Dolor articular o muscularCojea, se queja al moverse, evita escaleras o saltos.
Heridas o molestias en las patasSe lame mucho las almohadillas, camina raro o se niega a moverse.
Enfermedades crónicasEstá apático, se mueve lento, parece cansado antes de empezar el paseo.
Malestar digestivo o fiebreNo tiene energía, rechaza salir, está decaído.

Muchos perros, sobre todo los mayores, pueden tener molestias por artrosis canina o problemas de cadera, que no siempre son evidentes a simple vista.

Si tu peludo lleva unos días más “vago” de lo normal, no lo dejes pasar. Una visita al veterinario puede resolver más de lo que imaginas.

Causas psicológicas

A veces, el cuerpo está bien... pero la cabeza va por otro lado. Al igual que nosotros, los perros también tienen miedos, inseguridades o malos recuerdos que pueden hacer que no quieran salir a pasear. Estas son las principales causas emocionales o psicológicas por las que tu perro puede no querer salir a pasear:

  • Miedos específicos: ruidos fuertes, petardos, tráfico, obras en la calle… A algunos perros les aterra lo que para nosotros es solo “ambiente urbano”.
  • Experiencias traumáticas: Si en algún paseo anterior hubo un susto (otro perro le ladró, un ruido le asustó, se perdió…), puede haber asociado la calle con algo negativo.
  • Falta de socialización: Especialmente en cachorros que no han tenido contacto temprano con el exterior o en perros adoptados que no conocían la ciudad. Te recomendamos que eches un vistazo a nuestro post “¿Por qué es tan importante la socialización temprana de los perros?
  • Sobreestimulación: Si todo es demasiado nuevo o intenso, el perro puede bloquearse.
  • Ansiedad por separación inversa: Sí, existe. Algunos perros prefieren quedarse en casa contigo porque temen que al salir tú no estés cerca.

¿Y qué pasa si mi perro se queda quieto en mitad del paseo?

Una cosa es que no quiera salir de casa. Pero otra, muy distinta, es que empiece el paseo con normalidad y, de repente, se detenga. Sin previo aviso, se queda inmóvil. No tira. No responde. Simplemente se planta. Puede que mire hacia atrás, que se siente, o que se limite a quedarse mirando al suelo sin moverse.

Esta escena no es extraña, y suele generar bastante frustración. Sobre todo si vas con prisa o si no entiendes por qué ocurre. Pero hay algo importante que conviene recordar: Cuando un perro se queda parado, está comunicando algo. No es rebeldía. Tampoco un “capricho”. Es su forma de decir que, en ese momento, no se siente cómodo para continuar.

¿Dónde se queda parado? La ubicación da muchas pistas

Observar el momento y el lugar exactos en los que tu perro decide detenerse puede ayudarte a entender qué le está afectando. Vamos a repasar algunas situaciones frecuentes:

  • Justo al salir de casa: Suele estar relacionado con inseguridad, miedo al entorno exterior o falta de motivación. Es bastante habitual en cachorros o perros recién adoptados.
  • En una calle o esquina concretas: Si siempre se detiene en el mismo punto, puede estar asociando ese lugar con una experiencia negativa pasada. A veces basta con un ruido fuerte o un encuentro incómodo para que ese recuerdo se quede fijado.
  • Cuando os alejáis de casa: Algunos perros se sienten más seguros cerca de su entorno familiar. Cuanto más lejos se encuentran, más aumenta su inseguridad. En estos casos, es habitual que quieran volver.
  • Al ver a otro perro, persona, vehículo o estímulo concreto: si hay algo en el entorno que le resulta incómodo o amenazante (Aunque no lo parezca a nuestros ojos), su respuesta puede ser quedarse quieto.

Observar con atención estos patrones (junto con su lenguaje corporal: Orejas, cola, mirada, tensión muscular) es clave para entender qué está sintiendo realmente.

Errores comunes que pueden afectar al paseo

Es fácil pensar que un paseo siempre es positivo para un perro. Pero la realidad es que no todos los paseos son experiencias agradables, sobre todo si no se tienen en cuenta sus ritmos o necesidades.

A veces, el problema no está en el perro, sino en cómo gestionamos el paseo. Y no hablamos de mala intención, sino de falta de información o hábitos que se han instalado sin darnos cuenta. Estos son algunos de los errores más comunes que podemos cometer: 

Tirones constantes de la correa

Si el perro siente tensión en la correa de forma continua, es normal que termine asociando el paseo con incomodidad o estrés. Tirar de él para avanzar solo refuerza su resistencia.

Paseos demasiado cortos o sin exploración

Salir solo para que haga sus necesidades y volver enseguida no cubre lo que un perro necesita. Pasear es una actividad rica en estímulos, en la que debe poder oler, observar, decidir el ritmo… Cuando eso se limita, el paseo deja de ser algo deseado.

Regañar o presionar cuando se detiene

Forzar a un perro a avanzar cuando está bloqueado puede aumentar su nivel de ansiedad. Y si le corregimos o le alzamos la voz en ese momento, es fácil que asocie el paseo a una situación de tensión.

No adaptarse a su estado emocional o físico

Hay días en los que simplemente no se siente con ánimo. Puede estar cansado, haber dormido mal o estar incómodo. Si no respetamos esos momentos, rompemos la confianza.

Asociar el paseo a situaciones negativas

Si cada vez que sale termina en el veterinario, en un entorno que no le gusta, o en situaciones desagradables, es comprensible que empiece a rechazar ese momento.

Te recomendamos que eches un vistazo a nuestro post “Claves para pasear a un perro correctamente y disfrutar del paseo” para más información. 

¿Cómo ayudamos a un perro que no quiere pasear?

Cuando identificamos que nuestro perro se está negando a pasear, lo primero que debemos hacer es evitar el conflicto. Forzar, insistir o enfadarnos no es útil. Lo que necesita es seguridad, confianza y un proceso de acompañamiento. A continuación te dejamos algunas recomendaciones:

Proporcíonale accesorios de paseo de calidad

Aunque no lo creas, si sus accesorios de paseo son incómodos, tu perro no querrá andar. Por eso, es importante que le proporciones un arnés cómodo, y una correa que le permita explorar su alrededor pero de forma segura. 

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Más información en nuestros post "Los mejores arneses para perros" y "Las mejores correas para perros". ¡Encontrarás los accesorios ideales para tu mejor amigo!

Empieza por establecer una rutina segura

A los perros les sienta bien la previsibilidad. Si cada paseo es diferente en horario, ritmo o duración, eso puede generar inseguridad. Intenta crear una rutina sencilla, con paseos a las mismas horas y un ambiente tranquilo en los preparativos.

Refuerza cada avance con algo positivo

Puedes utilizar premios para perros, caricias o tu voz para reforzar cada gesto de avance. No hace falta exagerar, pero sí reconocer cada paso que dé. Sobre todo si viene de una situación de bloqueo o miedo. 

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Te recomendamos que eches un vistazo a nuestro artículo “Adiestramiento en positivo: La clave para un entrenamiento efectivo

Respeta sus pausas

Si se detiene, no tires. Espera. Observa. Puedes sentarte o agacharte cerca para ofrecerle calma. Si le das espacio y tiempo, es más probable que recupere la confianza para seguir.

Divide el paseo en etapas

No es necesario que el primer día camine varios minutos. A veces, salir al portal y volver puede ser el punto de partida ideal. Ir ampliando el recorrido poco a poco, sin presiones, es mucho más efectivo que intentar cubrir mucha distancia de golpe.

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Observa y adapta

No todos los días son iguales. Habrá días con más energía y días con menos. Lo importante es no frustrarse si un día avanza menos. Lo esencial es mantener una actitud constante y empática.

¿Y si el bloqueo persiste?

Si después de seguir estos pasos, el rechazo al paseo no mejora, lo mejor es contar con ayuda profesional. No todos los casos se resuelven con pequeños cambios, y no pasa nada por pedir apoyo cuando se necesita.

¿A quién puedes acudir?

  • Veterinario: Es el primer paso si hay dudas sobre dolor, lesiones o enfermedades. Muchos problemas físicos no son evidentes a simple vista.
  • Educador canino o etólogo: Cuando el origen es emocional o conductual, lo ideal es trabajar con un profesional que entienda el comportamiento del perro desde un enfoque respetuoso y adaptado a su personalidad.

Recuerda: Buscar ayuda no es rendirse. Es actuar con responsabilidad.

mi perro no quiere salir a pasear

Casos especiales: Cachorros y perros adoptados

Tanto los cachorros como los perros adoptados tienen más probabilidades de mostrar este tipo de bloqueos. No porque estén “mal”, sino porque están conociendo el mundo desde cero (o desde una historia anterior que quizás no fue fácil).

En cachorros

  • Todo es nuevo, los ruidos, otros perros, los olores…
  • La socialización debe ser progresiva y positiva.
  • No hay que forzar: Salir unos minutos y permitirle observar ya es un avance.

Además, en nuestro post “Cómo educar a un cachorro: Primeras lecciones” te damos algunas recomendaciones que seguro te son de gran ayuda. 

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En perros adoptados

  • Pueden traer miedos o traumas que aún no conocemos.
  • Algunos no han usado nunca una correa, o no conocen la vida urbana.
  • La paciencia, la constancia y las rutinas estables serán tus mejores herramientas.

Acompañarles con empatía, sin prisas y con un enfoque positivo puede marcar una diferencia enorme.

En resumen, cuando un perro se niega a caminar durante el paseo, no está desobedeciendo. Está expresando algo que necesita atención. Puede ser un miedo, una incomodidad física o un bloqueo emocional. Tu papel como tutor no es forzar ni corregir, sino observar, comprender y ayudarle a recuperar la seguridad que necesita.

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